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Prólogo

-¿Qué haces aquí?-, se sentía loca por haber hablado sabiendo que no había nadie, pero ella no estaba segura, ese impulso la había hecho dirigirse a algo que no aparentaba estar, aun así ella esperaba con ansias una respuesta, no se sentía sola, en efecto no lo estaba, su cuarto obscuro simulaba el mejor escenario de una escena en que podría quedar un secreto perfectamente guardado, donde sus gritos no se oirían a mas de las barreras que interponían la habitación.


Con cautela gira su cara, no ve nada, solo obscuridad y los reflejos turbios de los pocos muebles que posee, su ventana está iluminada por la luna, a la cual amenaza con taparla un árbol seco, ella dirige sus ojos casi independientes hacia los extremos de su cuerpo, no siente miedo, es realista nada puede fuera de lo normal puede estar pasando.


Se resigna, desea y no desea la contestación, porque sabe que al escuchar una diminuta muestra de respuesta se romperá la fortaleza de valor. Y al mismo tiempo quiere conocer que eso que presiente, que es, que le dice que no está sola.
-No importa quién soy solo estoy aquí-, resoplo entonces. Su cuerpo erizado y sus dientes sin control tiritaron, sus pies comenzaron a pedir auxilio de abrigo, no se podía creer el cambio drástico, sin embargo aceptaba que un estado se estaba alterando. Corrió y tropezó, lo seguía muy de cerca, sus infinitas manos la tocaban por todas las partes de su cuerpo, ella no resistía que sus manos la rozaran, congelaban, sus nervios se resistían al movimiento, sus labios se secaban hasta quebrarse, su piel comenzó a expulsar todos sus liquidos, sudaba mientras sufría de un frio intenso, se sentía débil a donde iba, un abrazo de terror la cubría y entre sollozos y parpadeos profundas se quedaba con toda la fuerza que tenia.


Por lo menos quería saber que la estaba matando, quería saber que era lo que se apoderaba de ella, no podía ver nada, sus ojos reflejaban imágenes opacas incluso en las áreas iluminadas, sufría, cualquiera que hubiera visto sus ojos, hubiera sentido el máximo esplendor del dolor, sus extremidades, continuaron, si, no era todo, el ataque continuó, sus labios comenzaron a sangrar, no podían partirse más, solo eran migajas de musculo unidas únicamente a la cara, sin apoyo entre ellas, sangraban hasta donde los poros permitían antes de congelarse.
Ahora si pudo ver algo, lo hizo, se vio envuelta en una gran nube viscosa, gris claro, intenso, bastante abundante, no era posible, esta la abrazaba, y desaparecía dejando un golpe de dolor, de la miserable niña no salía ni una sola vibración de ruido, se lo reservaba a su destino, solo se pregunta el por qué a ella, y porque lo hacía.
Sentía fallecer cuando sus pies ya hinchados, sus dedos sin control, incluso su cabello comenzó a caerse con solo agitarle, no basto con esto, se había quedado parcialmente ciega, sus ojos rojos intensos a punto de estallar, no ayudaban en su camino, tomo fuerzas, se empujo contra la pared, a esta la sentía tan áspera que desgarraba su piel quedándose trozos de ellas, y la mancha de sangre marco su curso.


Caminó hacia una ventana que percibió como un reflejo, no sabía si lo era, qué más da, la imprecación la seguía, recorría alrededor de ella como burlando su esfuerzo. Se tomó del borde la ventana y se dejo derribar. El nimbo se postro frente a ella, tomo su cara, la levanto como con una delicadeza impresionante, se definió en un rostro sin semejancia alguna, destacando los rasgos principales, África lo vio, no logró reconocer a nadie en la silueta, sus fases estaban totalmente destrozadas. - en ella se había destrozado en el velo se había formado-.
Se acerco la vio a sus ojos profundos y ansiosos de libertad, quería dejar de sufrir que mas daba, no se sentía viva ya. Esperaba que la atacara cruelmente, no, el cúmulo se acercó y la besó desvaneciéndose al contacto con lo que habían sido sus labios, dio un último suspiro, se desvaneció y así permaneció, ¿por cuánto tiempo?, por la eternidad...

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