CAPITULO 7
La casa del mal
El ciclo de la vida es claro, todo lo que nace tiene que morir de una u otra manera, y en el tiempo menos esperado,
cada quien tiene que entregar eso que llamamos vida.
Aún en los momentos menos esperados, no
importa si tenemos rencor, alegría, o estamos con una reciente herida, se
presentará aquello que de alguna manera nos arrebatará nuestro último aliento, muchos
lo llaman muerte, otros descanso, otros paz, otros destino, otros castigo,
gloria, etc, para Raúl, África y el inhóspito vecino, se llamó Nimbo.
Ya se celebra el funeral, justo a una
casa donde falleció el vecino, nadie califica la verdadera naturaleza de la
muerte, queda en la incógnita como las otras dos, sin embargo, puede verse como
cada vez la fiebre de algo sobrenatural contagia mas y mas personas, no es algo
común hablando del siglo XXI, pero está sucediendo, ya no saben cuál es la
inmunidad a ese patógeno del cual también desconocen su medio de transporte.
En el jardín ahora absolutamente abandonado, crece nuevamente esa planta, a dejado caer miles de espinas de cristal que también brotan como pequeños retoños entre el pasto, se comienza una comunidad, se propaga como parásitos, como moscas, tan solo necesitan un suelo, y la velocidad con que crecen no se reduce.
Únicamente una ráfaga de viento y favorece la liberación de mas semillas, que abrazan tiernamente las paredes, comienzan a adueñarse de ese hogar, comienza a reclamar un territorio, tienen lo necesario, suelo, libertad, tranquilidad y dolor como alimento
La vecina aún no reporta el
fallecimiento de su marido a los padres de África, y no lo hará por el momento,
está demasiada dolida como para profanar su actual estado.
***
Mientras en la casa de Ceci, una gran platica ha comenzado debido a la
extraña manera del regreso a su conciencia.
- Hija, ¿de que se trata?, no puedo
dejar de pensar que lo que sucedió conmigo, lo que vi y pude sentir sea real.
- Mamá, es una abstracta forma de
realidad, se como sucede, lo descubrí no sé cómo, pero te mantienes en un
estado de relajación y concentración.
- Tengo tantas dudas sobre las acciones
de esa flor, pero sé que no puedes contestármelas
- No puedo mamá, yo también quisiera que me las explicaran.
Ceci se despidió de su madre,
posiblemente tienen las mismas preguntas por hacer, pero no saben a quién,
alguien que sin lugar a dudas no las tome a locas y conteste absurdas
respuestas.
Se retira pasiva a su recamara,
encuentra muchas cosas ordenadas, muchas como las dejó hace tres días, recoge
un par de ellas y se recuesta con su mirada al techo, enciende su ventilador y
descansa.
Fijamente está pasmada en el techo,
cuando una idea vuela en su mente: “Anotar flor seca, en el diario de nuestra
muñeca”. Aquel mensaje que apareció en el cuaderno de notas de su amiga, donde
encontró aquella flor. Si, eso debería significar algo, mencionaba “Flor Seca”,
aquella flor que le daba un poder de fortaleza, posiblemente, pensaba, África
había descubierto como usarla, sabía para que servía y en ese diario tenía algo
útil, algo que posiblemente resolvería intrigas que ahora presentaba, pero
nuevamente rebobinando trataba de descubrir a que se refería con “nuestra Muñeca”,
y los celos de no saber de que muñeca hablaba la invadían nuevamente.
Se acostó, sería una noche mas tranquila
sin embargo se durmió junto a aquel cuaderno con aquella flor en el interior,
apagó su luz y se iluminaron sus sueños, solo quedó su mente y ella,
descansando las horas hasta que el Alba se mostrara nuevamente.
Ya por el amanecer, los rayos calentaban
el cuarto, su despertador no respondió a lo cotidiano, porque no había sido
calibrado un día antes, por lo cual estaba retrasada un par de minutos, apurada
se levantó y vio su uniforme planchado y listo, corrió a la ducha y con agua
fresca terminó por despertar.
Una vez terminado el proceso de
preparación se disponía a bajar, se preparaba para tomar su desayuno y
dirigirse a la escuela como todos los días, se sentó a acomodar sus cuadernos y
mientras lo hacía en su mente llego un recuerdo de la niñez; Cuando África y
ella se conocieron en el Jardín de niños, una maestra pidió que elaboraran un
dibujo, pidió que lo hicieran por parejas, entonces ellas se reunieron por
primera vez, se llevaron bien, platicaron y optaron por hacer una muñeca, con
sus mejores trazos, plasmaron sobre un papel, una figura infantil y las
características que ha ellas les gustaban en una muñeca, solo las que a ambas
les parecían agradables, bonitas, la maestra reconoció su trabajo frente al
grupo y notaron que su trabajo era mejor estando juntas, crecieron y tuvieron
ese dibujo como su símbolo, era la representación de su amistad y de donde
inició una cercanía tan profunda, mas que hermanas, se conocían íntimos
secretos, un día decidieron hacer ese dibujo realidad, obtuvieron materia para
la elaboración y confeccionaron aquel dibujo, dieron los detalles mejor
posibles y trajeron a la realidad una abstracta muñeca, la muñeca que había
diseñado siendo pequeñas niñas, ellas lo hicieron, y aun les parecía bella.
Su mirada se iluminó, Ceci había
descubierto el paradigma de aquella sencilla frase, entendió el porqué de
“nuestra muñeca” no se trataba de nadie más, era con ella, siguió intentando
recordar donde estaba esa muñeca, donde la vio por última vez y según la frase
que ya había releído varias veces, el diario debería estar cerca de ella. No
tardo mucho en recordar que esa muñeca estaba junto a un buró pequeño donde
yacía una lámpara, ahí estaba esa muñeca sentada, como esperando que las dos
jugaran simultáneamente con ella.
Alegre bajaba de las escaleras y recordó
que había dejado el cuaderno con la flor en su cuarto y regreso por él, de
alguna manera de había convertido en un amuleto, en una forma de protección.
Desayunó con un apuro que sus padres
notaron al instante.
- Hija ¿pasa algo?, te notas muy aprisa
- No mamá, estoy bien, solo que me
desperté un poco más tarde y ahora ando retrasada.
Termino, se despidió, y salió de su
casa, con todo en su mochila y aquel cuaderno en la mano, vio como sus padres
la vigilaban por la ventana y caminó hacia la escuela, cuando estuvo fuera del
alcance de la vista de sus padres, optó por ir nuevamente a la casa de los
padres de África y Raúl y pedir la autorización de entrar a su cuarto, era una
locura, nunca lo hubiese pensado si no sintiera esa confianza con la que ahora
apresuradamente evitaba la escuela, y se dirigía al sitio donde había pasado la
peor de sus experiencias.
Con apresurada velocidad se encuentra a
tres casas de la de África, y bruscamente reduce el paso, hay un velorio a una
casa, se detiene y logra distinguir el ataúd, parece de un adulto, su
concentración y tranquilidad comienza a disminuir, ya sus pasos son lentos,
mientras avanza solo ve la casa donde gente llora y de negro despiden a alguien
querido.
Pero, la sorpresa mas grande, y que la
hizo detenerse por completo fue ver la casa de África, una original y antigua
casa fósil, con lianas que llegan hasta el techo, hojas secas por doquier, la
madera muestra antigüedad de siglos, el pasto seco y mal podado, una sombra
abrazadora rodea la casa mientras manchas de lodo y polvo interrumpen lo que
fueron paredes blancas.
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